¿Quién no ha oído la frase “fulano es un acomplejao” o que “fulana tiene complejo de inferioridad”? Todos en algún momento hemos escuchado estos términos en cualquier conversación y según el doctor en psicología clínica Ángel Enrique Pacheco, esto se debe a la gran influencia que ha tenido el psicoanálisis en las personas, lo que ha hecho que muchos de sus términos sean hoy de uso popular.
Pero según Pacheco, “estas expresiones son no más que el resultado del análisis crítico popular realizado con miras a explicar o, mejor aún, herir emocionalmente a una persona mediante el uso de explicaciones con visos erróneos de ciencia”.
Ciertos atributos de una persona dan lugar a que los demás hagan su “diagnóstico”, es el caso del individuo que presenta dificultades para relacionarse socialmente o que se considera poco dotado de atributos personales.
Los demás
En un intento desesperado e incontenible por explicar la realidad ajena, los demás, el vulgo, “sobre-extiende el concepto del complejo y, con franca libertad, diagnostica complejos de todo tipo: de feo, de bonito, de estar bueno, de sabio, de rico, etc., etc., ad nauseam”, comenta Pacheco. Entiende que es “un insulto de marca mayor”, tildar a alguien de ‘acomplejao’, sin que exista un diagnóstico específico de la psicopatología.
El psicólogo puntualiza además que quien se cree experto en psicopatología popular y coloca a otros la etiqueta de “acomplejados” también se encarga de hacer que la persona reciba la información.
Dice que en el fondo, “la intención primaria no es más que herir a esa persona”. Y claro, en esos casos la mala intención hiere o daña más que el mal llamado complejo.
DEFINICIÓN CORRECTA
Más allá de los rumores o de la percepción popular, en la psicología psicoanalítica se conoce como complejo a un grupo de factores mentales que una persona asocia inconscientemente con un asunto en particular o que está conectado con un tema reconocible y que influencia la actitud y la conducta.
“El término complejo fue acuñado por Theodor Ziehen en 1898”, explica Pacheco.
Detalla que su uso empezó a popularizarse después, cuando Carl Jung, alrededor de 1900, lo adoptó para describir al complejo como un “nódulo” en el inconsciente. En otras palabras, “el complejo se puede entender como un nudo de sentimientos y creencias inconscientes, los cuales pueden ser detectados indirectamente a través de conductas difíciles de justificar”, dice el psicólogo.
La burla no es la respuesta para los complejos
El psicólogo y psiquiatra suizo Carl Jung distinguió entre complejos conscientes, parcialmente conscientes o inconscientes. “Pueden estar relacionados a experiencias traumáticas o no y Jung considera que hay muchos tipos de complejos, pero que fundamentalmente existe un patrón universal de experiencia o arquetipo”, explica el doctor en psicología Ángel Enrique Pacheco.
Pacheco detalla que algunos de los principales complejos que Jung describió fueron el “anima” (un nódulo de creencias y sentimientos inconscientes en la psique de un hombre en relación al género opuesto) y el “animus” (correspondiente a la psique de la mujer); y la “sombra” (el término usado para referirse a cualquier aspecto de la psique que ha sido excluido del plano consciente; el poder del lado oscuro de la naturaleza humana).
Freud Para determinar la presencia de complejos, Pacheco explica que Carl Jung utilizaba tests de asociación de palabras, en los cuales se leía a la persona una lista de palabras en cada tema y debía decir rápido lo primero que llegara a su mente con cada palabra. El análisis de las respuestas podía determinar la presencia de complejos, de los que Jung planteaba varios tipos diferentes.
En cambio Sigmund Freud, antiguo maestro y posterior adversario teórico de Jung, mantenía que el complejo de Edipo (o de Electra en el caso de las féminas) era universal, “pues reflejaba los retos como consecuencia del desarrollo que cada niño tenía que enfrentar y que, por tanto, este complejo era el complejo central en todas o la mayoría de psicopatologías”, dice Pacheco.
Según el psicoanalista Sigmund Freud, el complejo de Edipo es un grupo de ideas y sentimientos, inconscientes y reprimidos que se concentran en el deseo de poseer al padre del sexo opuesto y eliminar al padre del mismo sexo. “...El complejo aparece entre los tres y cinco años de edad...”, detalla el especialista en la conducta humana.
ALEJAR LAS CRÍTICAS AYUDA A QUIEN TIENE UN PROBLEMA
“Dentro de la psicopatología moderna el complejo no es considerado como una categoría diagnóstica y por tanto su uso permanece solamente dentro del campo de acción del psicoanálisis y de sus seguidores”, explica Pacheco. El especialista hace énfasis en la importancia que reviste el que una persona con cualquier dificultad reciba no sólo críticas de su entorno, sino ayuda real.
“Tanto da la gota de agua sobre la piedra que le hace un hoyo y así mismo una persona vulnerable por las propias deficiencias percibidas puede llegar a crear, consolidar y hasta incrementar un patrón derrotista con la confirmación externa gratuita de que tiene un problema que podría no existir o ser de otra manera fácilmente modificado por un terapeuta calificado”, expresa.
Añade que esa es la consecuencia del daño hecho por las personas, que sin derecho o autoridad, critican a otros.
No más críticas
Si alguien tiene un problema, la crítica mordaz o hiriente no le benefician en nada, sino que el modo correcto de actuar de quienes le rodean es procurarle al afectado la ayuda profesional de manera que sea aceptada sin producir dolor en la persona. Hay que recordar que aún el mejor consejo dado de manera tosca, inadecuada o con mala intención, hará sufrir y sentirse peor a la persona.
“Cuando la familia es la que se encarga de hacer la crítica o burla de la persona, el caso es ciertamente peor, pues el marco de referencia de toda persona, por definición, es su familia y esto hace que las críticas lleguen más profundo y hieran más que si las hace un total extraño o alguien que no es de nuestro afecto”, dice Pacheco.
El psicólogo expresa que si la vida ha sido parca en donar atributos a una persona, “¿qué derecho tenemos de estrujar esta deficiencia en la cara de alguien?”. Las burlas nunca tienen buenas consecuencias y quienes las sufren en demasía pueden llegar a suicidarse por la desesperanza que sienten con las continuas burlas y fracasos sociales.