Los míticos Coloramas, aquellas enormes fotografías panorámicas y costumbristas que durante cuatro décadas dominaron la transitada estación Grand Central de Nueva York para deleite de ciudadanos y turistas, son desde el sábado protagonistas de una exposición en la residencia del fundador de Kodak.
El Museo Internacional de Fotografía y Cine de la Casa George Eastman, en Rochester, en el norte del estado de Nueva York, inauguró una exposición en la que durante cuatro meses se muestran treinta de esas instantáneas.
En su día, los Coloramas, que cumplen ahora sesenta años, se publicitaban como “las fotografías más grandes del mundo”, pues tenían cada una más de 18.28 metros de largo y 5.45 de alto.
Aquellas nostálgicas imágenes, grabadas en la memoria de los neoyorquinos, pero también de medio mundo, se exhibieron en la céntrica estación de Manhattan entre 1950 y 1990 como reclamo publicitario de Eastman Kodak, una empresa fundada en 1892 que logró convertirse en la marca fotográfica por antonomasia.
“Estas enormes fotos luminosas reflejaban y reforzaban las aspiraciones y valores estadounidenses, al tiempo que alentaban que la gente tomara fotografías, como un aspecto esencial del ocio, los viajes y la familia”, explicaba antes de la inauguración la comisaria de Fotografía de la Casa Eastman, Alison Nordström.
El Museo Internacional de Fotografía y Cine de la Casa George Eastman, en Rochester, en el norte del estado de Nueva York, inauguró una exposición en la que durante cuatro meses se muestran treinta de esas instantáneas.
En su día, los Coloramas, que cumplen ahora sesenta años, se publicitaban como “las fotografías más grandes del mundo”, pues tenían cada una más de 18.28 metros de largo y 5.45 de alto.
Aquellas nostálgicas imágenes, grabadas en la memoria de los neoyorquinos, pero también de medio mundo, se exhibieron en la céntrica estación de Manhattan entre 1950 y 1990 como reclamo publicitario de Eastman Kodak, una empresa fundada en 1892 que logró convertirse en la marca fotográfica por antonomasia.
“Estas enormes fotos luminosas reflejaban y reforzaban las aspiraciones y valores estadounidenses, al tiempo que alentaban que la gente tomara fotografías, como un aspecto esencial del ocio, los viajes y la familia”, explicaba antes de la inauguración la comisaria de Fotografía de la Casa Eastman, Alison Nordström.