Madrugada del jueves 9 de julio. Sobre la vereda de la Avenida Varela, al sudeste de la ciudad de Salta, Pedro Lobos (40) sostiene en brazos a su hijo recién nacido. Superado por la situación, repite el llamado desesperado al 911 pidiendo auxilio. "No sé qué hacer" le confiesa al operador que atiende del otro lado de la línea. A su lado, su mujer Francisca Albornoz (21) no termina de caer en la cuenta de su odisea: acaba de dar a luz en plena calle.
La trajinar del matrimonio, oriundo de la localidad de Joaquín V. González, a 250 kilómetros de Salta, había comenzado un mes antes. Por las complicaciones del embarazo, en el octavo mes de gestación tuvieron que mudarse a la capital. "Estuve internada tres días. Al darme el alta, me ordenaron hacer reposo", le contó Francisca a La Prensa.
Pero en la tarde del último miércoles, la joven fue al Centro de Salud del barrio Santa Cecilia, cerca de su casa, porque tenía contracciones. De allí fue traslada en ambulancia al hospital donde "me pusieron una inyección y me despacharon a casa porque todavía me faltaba" recuerda.
Desde el Nuevo Hospital al barrio San Francisco Solano, donde vive el matrimonio, hay no menos de 12 kilómetros. Con la noche nublada y fría, Francisca y Pedro caminaron esa distancia porque no tenían ni un centavo encima. Ella se abrigó con la manta amarilla que compró para su bebé. "Cruzamos la ciudad descansando a cada rato porque sentía dolores. Ya en la Villa 20 de Junio, fuimos por una pasarela a la que le faltan tablas para pisar y tuve que saltar varios tramos con el riesgo de caerme" dice Francisca.
Llegaron a su casa cerca de la medianoche. "Pedro se encargó de María Linda (4) y Daiana del Carmen (19 meses), nuestras hijas, porque yo estaba dolorida. A la una de la mañana (ya del jueves), no daba más. Salimos a la calle para que alguien nos lleve al hospital", dice ella. Pedro llamó al 911.
Parados bajo un poste de luz, la joven rompió bolsa: "La alcé y la acosté en la vereda de tierra", relata Pedro. "Hice mucha fuerza y salió el bebé. Pedro lo recibió. Luego vi gente que no se quería meter para ayudar a mi esposo" dice ella.
"Nuestro móvil iba a disuadir una pelea, cuando vi a la chica ensangrentada en el suelo: '¡hay una mujer apuñalada!', dije y bajamos. Pero encontramos al hombre con su hijo en brazos", cuenta el agente Marcelo Rodríguez. Sin titubeos, el oficial Fernando Ochoa cortó con un cortaplumas las trenzas de su borceguí para "atarle el pupito". Llegó la ambulancia y la cuadra se llenó de curiosos. Una mujer le preguntó a Rodríguez: "¿la mató?" y él respondió "no señora, acaba de tener un hijo".