La idea de que los celos son la muestra inequívoca de un amor profundo por la otra persona es una de las cuestiones más creídas socialmente. Existen frases que todos hemos escuchado alguna vez que se refieren a esta creencia, como por ejemplo: "quién no siente celos, no está enamorado", "quién bien te quiere te hará llorar".... entre otras.
Incluso muchas personas que son objeto de estos celos, se pueden llegar a sentir orgullosas y halagadas de esta muestra de "amor".
La realidad dista mucho del concepto amoroso, ya que cuando hablamos de celos, nos referimos a inseguridades, miedo, angustia, y baja autoestima entre otras cuestiones, que claramente podemos entender, distan mucho de la palabra amor.
Éste está marcado por la confianza, el respeto, la comprensión y los deseos de gratificar al otro. El celoso/a en realidad a lo que tiene miedo es a ser rechazado y abandonado.
Como en todo existen grados, que pueden ir desde esta idea de demostración afectiva, pasando por que cualquier cosa sea interpretada como un factor de riesgo, lo que da lugar a numerosos conflictos de pareja, hasta la situación más extrema y peligrosa en la que los celos pueden ser la puerta de entrada a la violencia de género.
Cualquier cambio o situación cotidiana puede ser vivida por el celoso/a como una amenaza real. La aparición de pensamientos negativos, de angustia y de inseguridad es el efecto inmediato, que provoca un torrente de ideas que no pueden pararse. El que vive los celos de su pareja, generalmente, justifica, intenta convencer al otro de que esto no es real. Da toda clase de información, explica y relata todos sus movimientos, cambia de ropa, de amigos... y un largo etcétera que, aunque calman la ansiedad primera del celoso/a, no solucionaran nada, ya que cualquier cuestión puede volver a ser malinterpretada al instante, para volver a empezar con las dudas.