Científicos escoceses grabaron a un grupo de chimpancés acariciando a una vieja hembra moribunda y comprobaron cómo permanecieron en duelo por varios días tras su muerte.
Otros investigadores pudieron ver cómo las hembras de otro grupo llevaban los cuerpos de sus hijos muertos consigo por varias semanas.
Para los científicos, ambos estudios, que están recogidos en la última edición de la revista científica Current Biology, reflejan que otras especies, particularmente los simios, están más cerca de los humanos de lo que se podía pensar.
"Varios fenómenos han sido considerados alguna vez como escenarios humanos no compartidos por otras especies: capacidad de razonamiento, habilidades lingüísticas, uso de herramientas y la conciencia de sí mismo", explicó James Anderson, uno de los científicos de la Universidad de Stirling que lideró uno de los estudios sobre estos simios.
"Pero la ciencia ha dado fuertes evidencias de que los límites entre nosotros y otras especies no están tan claramente definidas como muchos pensaban", acotó.
Cada vez más cerca
En el primer estudio, los empleados del parque escocés de Stirlingshire pusieron cámaras de video para estudiar el comportamiento de los primates antes la muerte de una hembra de más de 50 años llamada Pansy, que tenía una enfermedad terminal.
Cuando, pocos días antes de su muerte entró en letargo, los otros miembros de la comunidad permanecieron más callados de lo habitual y se quedaban con ella por la noche acariciándola.
Después de su muerte, su hija permaneció al lado de su cuerpo pese a que nunca antes había dormido en el lugar en el que estaba el cadáver de la madre. El resto del grupo evitó pasar por el sitio en el que murió.
El segundo estudio, dirigido por científicos de la Universidad de Oxford, siguió a dos hembras que vivían en libertad en los bosques Bossou de Guinea, África.
Ambas cargaban los cuerpos de sus hijos y usaban sus colas para espantar a las moscas de los cadáveres.
"Nuestras observaciones confirman la existencia de fuertes vínculos entre las madres y sus crías que persisten, fuertemente, incluso después de la muerte de los hijos", explicó la doctora Dora Biro de la Universidad de Oxford.
Para Biro, estos dos nuevos estudios "ayudarán a entender la evolución de los orígenes de las percepciones humanas respecto a la muerte y darán muchas pistas sobre la forma en la que los chimpancés interpretan el mundo a su alrededor".
Los chimpancés y los seres humanos comparten cerca del 99% del ADN y tienen características tan similares que algunos científicos han llegado a reclamar que los derechos humanos se les apliquen también a los simios.