Soldados y civiles escarbaban con palas e incluso con las manos, en busca de sobrevivientes entre los restos de los inmuebles derruidos por una serie de terremotos que estremeció el miércoles una región montañosa tibetana de China, dejando al menos 589 muertos y más de 10.000 lesionados.
La serie de sismos destruyó inmuebles en todo el condado occidental de Yushu. Muchas personas, presas del pánico y que sangraban de sus heridas, se lanzaron a las calles en la provincia de Qinghai, donde la mayoría de las viviendas quedaron destruidas.
La televisión estatal mostró imágenes de cuadras enteras convertidas en montañas de lodo y madera. Funcionarios locales dijeron que fue arrasado el 85% de las construcciones.
Los residentes y soldados acuartelados en el pueblo de Jiegu usaron palas o sus propias manos para sacar sobrevivientes y cadáveres de entre los escombros, durante buena parte del día. Varias escuelas se derrumbaron, y la agencia noticiosa estatal Xinhua informó que al menos 56 estudiantes murieron.
La institución más afectada fue la Vocacional Yushu, donde según Xinhua, un funcionario local de educación dijo que perecieron 22 alumnos.
Las imágenes difundidas por la televisión satelital de la provincia de Qinghai mostraron cadáveres envueltos en frazadas y tendidos en el piso, mientras los rescatistas retiraban trozos de concreto de un edificio escolar, donde los distintos pisos quedaron derrumbados uno sobre otro, como si se tratara de un emparedado.
En el aeropuerto de Yushu, las cuadrillas instalaron generadores de electricidad de emergencia para reanudar las operaciones. Cerca del anochecer, el primero de seis vuelos aterrizó, con trabajadores y equipo de rescate.
Pero la carretera que lleva al pueblo quedó bloqueada por una avalancha, lo que dificultaría el rescate, en medio de temperaturas gélidas. Decenas de miles de los 70.000 habitantes del pueblo carecían de refugio, según medios estatales.
El aeropuerto de Xining, la ciudad más cercana, ubicada a unos 860 kilómetros (530 millas), estaba repleto de soldados chinos, bomberos y trabajadores de rescate con perros adiestrados. El aeropuerto fue cerrado a los vuelos civiles durante varias horas del miércoles por la noche, a fin de dejar las pistas libres para los esfuerzos de rescate.
"La situación aquí es difícil. La mayoría de los edificios se ha derrumbado. Muchas personas están gravemente heridas", dijo Pu Wu, director del Proyecto Jinba, que proporciona educación en materia de salud para las comunidades tibetanas. "Estamos asustados. Todos acampamos afuera y esperamos que lleguen más carpas".
Aunque las fuerzas militares chinas están bien entrenadas para responder en casos de desastre, el aislamiento de la zona afectada planteaba dificultades logísticas. El área se ubica a unos 4.000 metros de altitud (13.000 pies) y la población es pobre. La mayoría vive en Jiegu, mientras que el resto, en su mayoría pastores, está diseminado en los extensos valles. El pequeño aeropuerto no tiene suministro de combustible, de modo que los vuelos debieron transportarlo, reduciendo el espacio para llevar víveres, informaron los medios estatales.
Las oficinas locales de atención en caso de sismos reportaron la cifra de 589 muertos y 10.000 lesionados, el jueves por la madrugada, de acuerdo con Xinhua. Wu Yong, comandante del cuartel militar, dijo que las muertes "podrían aumentar, debido a que muchas viviendas colapsaron".
Los hospitales estaban saturados y los equipos de rescate veían frenada su labor por los daños en las carreteras, los intensos vientos y las frecuentes réplicas sísmicas.
Luo Song, monje de un monasterio en el condado de Yushu, dijo que su hermana, quien trabajaba en un orfanato, le dijo que tres niños fueron enviados a un hospital, pero que éste carecía de equipo para atenderlos.
"Dijo que los hospitales enfrentan muchas dificultades ahora, porque no hay médicos, tienen sólo vendas, no pueden poner inyecciones ni poner suero o medicamentos intravenosos a la gente", dijo el monje por teléfono, durante una visita a la ciudad meridional china de Shenzhen.
El sismo más fuerte registrado por el Instituto Geológico de Estados Unidos tuvo una magnitud de 6,9 y ocurrió a las 2349 GMT. Su epicentro fue localizado en el condado de Yushu, en la parte meridional de Qinghai, cerca del Tíbet, que cuenta con una población de unas 100.000 personas, en su mayoría pastores y agricultores.
Las autoridades se apresuraron a abrir las esclusas de una represa ubicada en la zona del desastre tras haber sido detectada una grieta, a fin de evitar una súbita inundación, según la Agencia de Atención en Casos de Sismo de China.
El sismo ocurrió poco menos de dos años después de que un temblor con 7,9 de magnitud en la provincia vecina de Sichuan dejó al menos 90.000 víctimas entre muertos y desaparecidos.