Mirar y ser mirados es una de las características intrínsecas de nuestra práctica sexual más cotidiana. De hecho, es una de las fuentes más importantes dentro de la seducción y el erotismo. Pero siempre hemos de distinguirla de lo que es una práctica parafílica como el Voyeurismo.
La diferencia con lo que llamamos "Voyeurismo" es que los voyeurs necesitan contemplar, generalmente sin consentimiento, cómo otros practican sexo o se desnudan para poder obtener un placer sexual -de manera exclusiva-. Es su fuente de placer sexual, sin que cualquier otra conducta pueda gratificarles de la misma manera.
Por lo general, entre el voyeur y la persona observada no hay interacción de ningún tipo. El voyeur se limita a mirar y observar, para durante o después, a través de la recreación de la escena recurrir a la práctica masturbatoria.
Generalmente, esta práctica afecta más a los varones heterosexuales que a las mujeres. Habitualmente son personas inofensivas que tienen serias dificultades para relacionarse tanto social como sexualmente con personas del otro sexo.