Lo mismo declarará el propio presidente de Toyota, Akio Toyoda, en el testimonio que dará mañana ante el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la cámara baja y que fue divulgado hoy a los medios.
Además de lamentar cualquier accidente causado por sus vehículos, Toyoda atribuyó los problemas de aceleración súbita a las laxas normas de seguridad causadas, a su vez, por el febril ritmo de crecimiento de la firma.
Las declaraciones de Lentz ante el subcomité de Supervisión e Investigaciones se toparon, sin embargo, con acusaciones de que Toyota desoyó las quejas de los consumidores y la advertencia de que le ha llegado la hora de rendir cuentas.
Los ejecutivos de Toyota "engañaron al público estadounidense cuando dijeron que ellos y fuentes independientes habían examinado a fondo el sistema electrónico" de los coches, afirmó el titular del subcomité, el demócrata Bart Stupak.
En la primera de tres audiencias en el Congreso sobre el asunto, Stupak dijo que tanto Toyota como la Administración Nacional para la Seguridad en las Carreteras (NHTSA), que depende del Departamento de Transporte de EE.UU., "tienen mucho que explicar al pueblo estadounidense, a los consumidores y a los concesionarios".
Según documentos entregados al Congreso, la NHTSA recibió más de 2.600 quejas desde 2000, incluyendo 34 muertes, pero al parecer "solo realizó una investigación ligera en 2004" sobre posibles vínculos entre los defectos electrónicos y los problemas de aceleración.
Toyota calcula que la llamada a revisión de 8,5 millones de vehículos le costará unos 2.000 millones de dólares.
Durante la audiencia, Lentz explicó que incluso esa revisión probablemente no resuelva todos los problemas de aceleración, debido a posibles "errores mecánicos, humanos o de otro tipo".
Aseguró que, por ahora, Toyota no ha detectado fallos en los controles electrónicos, pero continuará en la búsqueda de todas las causas e "investigando todas las quejas" del público.
El demócrata Henry Waxman, que preside el Comité de Energía y Comercio, se sumó al coro de críticas y le dijo a Lentz que el Congreso espera que Toyota "realice un análisis pleno y adecuado" de algo que esa empresa ha negado, pero que otros testigos señalan como algo muy posible.
Lentz indicó que los 1.500 concesionarios de Toyota en EE.UU. procuran completar "lo más pronto posible" las reparaciones en los vehículos afectados, y algunos trabajan las 24 horas todos los días.
Según sus cálculos, hasta la fecha se han reparado cerca de un millón de coches.
En la misma audiencia, el secretario de Transporte de Estados Unidos, Ray LaHood, apuntó que la NHTSA intentará determinar si hubo o no problemas electrónicos que pudieron haber contribuido al problema de aceleración y, de comprobarse, se asegurarán de que se resuelva.
En paralelo a las audiencias, cerca de un centenar de concesionarios se encuentran en Washington para pedir un trato justo para Toyota porque, a su juicio, otras empresas también han recibido quejas por problemas de aceleración.
Toyota, que tiene plantas de manufactura en seis estados y opera en EE.UU. desde hace más de 25 años, emplea directamente a unas 36.000 personas en este país, cifra que no incluye a empleados en la cadena de suministros de la empresa automovilística.
Además, el independiente Centro para Políticas Responsables señaló hoy que, según documentos federales, Toyota ha invertido cerca de 25 millones de dólares en campañas de persuasión ante el Gobierno y el Legislativo en los últimos cinco años, mucho más que cualquier otro fabricante extranjero.
Influencias políticas aparte, el presidente de la compañía dejó en claro que buscará recuperar la confianza de los consumidores en Estados Unidos.
"Francamente, temo que el ritmo en el que hemos crecido pudo haber sido demasiado rápido", dijo Toyoda, quien reafirmó el compromiso de la automotriz de trabajar "vigorosamente y sin cesar para restablecer la confianza" de sus clientes.
Paradójicamente, la revista Consumer Reports ha dicho que el Prius de Toyota y el Honda Fit son los mejores coches del año, y ambos han barrido con la competencia de más de 280 modelos.
Quizá eso sirva de alivio a la empresa de Toyoda, que intenta por todos los medios mantener su lucrativa cuota de mercado en Estados Unidos.