De militante más célebre de la lucha antiapartheid, Nelson Mandela ha pasado a ser un icono mundial de la reconciliación y el perdón desde su puesta en libertad hace 20 años, el 11 de febrero de 1990.
Muy frágil a sus 91 años, "Madiba" el nombre con el que lo llaman los miembros de su clan, limita sus apariciones y se expresa sólo mediante grabaciones de video, como hizo en diciembre, en el momento del sorteo del mundial de fútbol, que Sudáfrica organiza en junio y julio.
Su liberación en 1990, después de pasar 27 años en las celdas del régimen segregacionista, aceleró la caída del apartheid. Cuatro años más tarde, se convertía en el primer presidente negro de Sudáfrica, elegido democráticamente.
"Un icono mundial de la reconciliación". Esta definición del arzobispo anglicano Desmond Tutu resume el principal legado de Mandela: transformar, sin rencores, un país desgarrado en una democracia multirracial y estable.
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en la región del Transkei (sureste) en el seno de un clan real. Su padre le llama Rolihlahla, "el que trae problemas", en xhosa. Un maestro le añadirá Nelson.
De hecho, Mandela manifiesta muy pronto un espíritu rebelde y lo expulsan de la universidad negra de Fort Hare por un conflicto sobre la elección de representantes estudiantiles.
En Johannesburgo, el pasante de abogado, aficionado a las mujeres y al boxeo, milita en el Congreso Nacional Africano (ANC) y cofunda la Liga de la Juventud del ANC.
Frente a un régimen que institucionaliza el apartheid en 1948, toma las riendas del partido. Detenido en múltiples ocasiones, Mandela es juzgado una primera vez por traición y absuelto en 1956.
Un año más tarde, preside el ANC cuando, prohibido en 1960, da el salto a la lucha armada. Detenido, es juzgado con el núcleo dirigente del ANC por sabotaje y conspiración contra el Estado en el proceso de Rivonia (1963-64).
Mandela es condenado a cadena perpetua pero proclama su profesión de fe: "Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos vivan en armonía con igualdad de oportunidades (...) Un ideal por el que estoy dispuesto a morir".
Desde la isla-prisión de Robben Island, a la altura de Ciudad del Cabo (suroeste), o bien desde otras celdas, Mandela inspirará a sus compañeros. A partir de 1985, el régimen del apartheid, asfixiado por las sanciones internacionales y la incansable lucha interna, inicia contactos secretos.
El 11 de febrero de 1990, el "detenido 46664" aparece como hombre libre de la mano de su segunda esposa. De inmediato retoma las negociaciones.
El éxito de la transición, negociada con el último presidente del apartheid, Frederik de Klerk, será premiado con el premio Nobel de Paz 1993 a los dos hombres.
Elegido triunfalmente en los primeros comicios multirraciales, el 27 de abril de 1994, Mandela expresa en su discurso de investidura su voluntad de construir una "nación arco iris en paz consigo misma y con el mundo".
Adulado por los negros, se gana poco a poco el afecto de los blancos, pasmados por su falta de amargura, simbolizada en 1995 por la camiseta de la selección nacional de rugby, deporte emblemático de los antiguos señores blancos, que Mandela se pone en la final del Mundial, que ganan los Springboks sudafricanos.
En 1998, el día en que cumple 80 años, "Tata" (abuelo) contrae matrimonio con Graça Machel, viuda del ex presidente mozambiqueño, 27 años más joven. Un año más tarde, abandona la presidencia y se aleja de la vida pública.
Leal al ANC, evita posicionarse en política, excepto en materia de lucha contra el sida. La enfermedad es un tabú cuando organiza en 2003 el primero de una serie de conciertos mundiales benéficos. Dos años más tarde anuncia públicamente que su hijo ha muerto de sida.