Estas son las cosas que el béisbol nos hace considerar en el 2009. Uno estudia a sus jugadores favoritos del mismo modo que estudiaría a una esposa potencialmente adúltera. Uno analiza los tiempos verbales, se mete en el lenguaje corporal, busca instancias de doble sentido. Uno busca atraparlas mintiendo. Uno compara sus expresiones faciales con sus expresiones del pasado, casi como si estuviese sentado en una mesa de póker con ellas. Uno evalúa patrones de actuación y espera que todo vaya apareciendo. Uno se preocupa de que los buenos recuerdos se vean manchados por los nuevos. Uno se preocupa. La palabra "mancha" puede interpretarse de varias maneras.
Algunas se interpretan como "ruina". Yo prefiero "afectada". La sombra de ese efecto depende de la persona, de lo optimista que es uno, de lo compasivo u odioso que es uno, pero la sombra nunca desaparece del todo. El sábado, cuando ESPN Classic mostró el 6° juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2004 (el partido de la Media Ensangrentada), yo lo miré un poco de otra manera. Sí, me puso feliz y me trajo algunos buenos recuerdos. Pero no pude evitar mirarlos a Ortiz y Manny y pensar, "¿acaso lucen más grandes en ese partido? ¿Estaban usando sustancias? ¿Se inyectaron entre sí con las agujas? ¿Había acaso una gran orgía de agujas antes de cada juego? ¿Estoy acaso pensando demasiado en esto?".
Yo hubiese esperado que David Ortiz dijese esto. Cuando se supo la noticia de que Papi había terminado en la Maldita Lista de 104, él prometió responder tan pronto como tuviese suficiente información. (Bueno, ¿qué les parece esta respuesta? "¡Esto no puede ser cierto! ¡Nunca tomé esteroides en mi vida! ¡Voy a demandar a todo el mundo!"). Pasaron nueve días. Cayó en un enorme pozo productivo y lució más confundido que Melissa Rivers durante la ceremonia de burlas contra su madre, Joan Rivers. Sus compañeros de equipo se acercaron a él, perdiendo dos juegos cruciales en Tampa y luego otro muy grande en Nueva York el jueves por la noche. Desperdiciaron un juego de 15 entradas el viernes que fue probablemente el juego para matar o morir de toda esta temporada.