El presidente tuvo ocasión de ver en la tarde del domingo como el fuego ha arrasado desde que comenzara el pasado viernes por la noche una superficie de casi 2.000 hectáreas y ha destruido al menos 30 casas, fábricas y talleres. Pese a que los medios de extinción de incendios tuvieron serias dificultades para combatir las llamas, un cambio en la orientación del viento ayudaba a última hora a controlar la extinción del foco más activo.
El fuego en la zona conocida como La Deseada, en la población de Mazo, donde las brigadas terrestres tuvieron que marcharse debido a la magnitud de las llamas, se volvió más accesible. El incendio ha pasado de ser un fuego de copa, mucho más peligroso, a encontrarse al nivel del suelo, lo que facilita la actuación de los efectivos que están trabajando en la zona.
De Mazo y Fuencalientes son precisamente los 4.000 vecinos que este sábado tuvieron que ser evacuados de sus casas.