Durante cualquier práctica sexual, sea ésta la que sea, nuestros oídos se deleitan con suspiros, jadeos, murmullos, palabras entrecortadas y señales que muestran, que nuestro placer es intenso.
En la mayoría de las ocasiones, no sólo contribuye a nuestro placer sino que también contribuye a aumentar el placer del otro, ya que es una de las maneras de comunicar que es lo que estamos sintiendo.
Debemos pensar que, la experiencia sexual es una forma de comunicación, una de las más humanas, y que ésta es una de las mejores vías para exponer lo que nos gusta y lo que no.
Aunque eso no quiere decir que el que más grite es el que más disfruta, sino que es una forma de expresar nuestras emociones sexuales. Éstas también tienen que ver con nuestra personalidad y su expresión vendrá determinada, al igual que lo hacemos en otras situaciones que nada tienen que ver con el sexo, con nuestras características personales o individuales. Si somos tímidos, también lo podemos ser en el sexo y nos de cierta vergüenza exponer nuestro placer; si somos totalmente extrovertidos, no tendremos tanto miedo a lo que pueda pensar el otro y nos lanzaremos a la expresión sin miedos ni tabúes. Pero, siempre debemos recordar que todos tenemos derecho a ser como somos y a no intentar hacer nada que nos haga sentir mal. Pero, probar, lo que se dice probar, también debe ser algo a lo que nos debemos dar permiso.
Pero también hay ruidos que no por dejar de ser sexuales son agradables, no implican una comunicación profunda, ni contribuyen a aumentar nuestro placer. También existen ruidos que nos inhiben, nos dan vergüenza y pasan factura. Sucede con por ejemplo, las ventosidades o flatulencias vaginales, que aunque son frecuentes y absolutamente normales, producen rechazo, risas inoportunas e inhibición.
Este tipo de flatulencias se producen por que la vagina se dilata con la excitación, pero cuando ésta se pierde, vuelve a su posición original, haciéndose el canal más pequeño y flexible, haciendo que todo el aire que ha entrado durante la penetración vuelva a salir. El movimiento coital de bombeo, crea estas entradas de aire. Y ya sabemos que todo lo que entra, debe salir.
Existen posturas que favorecen esa entrada de aire, aunque también se producen con más facilidad si nos separamos en exceso del pene, es decir, si hacemos un movimiento coital con mucho recorrido. Lo mejor, tanto cambiar de postura como sacar ese aire que sabemos se introduce echándonos hacia delante o hacia los lados, para que tenga más fácil su salida.
Pero, sobre todo, tomarlo con humor y no hacer demasiado caso a ruidos que aunque molestos forman parte del juego sexual.