La misma estaría equipada con una superficie de cuatro kilómetros cuadrados de paneles fotovoltaicos, que, por su mayor cercanía al sol, serían hasta 10 veces más eficientes que los terrestres. La central sería puesta en órbita a unos 36 mil kilómetros de la tierra, donde convertiría la energía del sol en electricidad que sería enviada hacia la tierra por medio de microondas. Estas, a su vez, serían captadas por una antena parabólica que las volvería a convertir en corriente.
¿Por qué en el espacio? Además de que fuera de la tierra los rayos solares son mucho más potentes, al no estar ubicados en piso terrestre los paneles 'no tendrían noches', y por lo tanto trabajarían constantemente.
De acuerdo a AFP, el proyecto no es una simple idea utópica: la central ha sido adjudicada para su construcción a MHI y participan en él 16 importantes grupos japoneses como Mitsubishi Electric, NEC, Fujitsu y Sharp, entre otros.
Sin embargo, que la tecnología necesaria para llevar a cabo esta iniciativa no está desarrollada todavía y que el costo para transportar los paneles a tal distancia en el espacio exterior podría ser enorme. Por lo tanto, los involucrados esperan que los gastos se reduzcan a medida que avance la tecnología en los próximos años.
La financiación de la primera etapa del proyecto -de investigación y desarrollo- fue estimada en 21 mil millones de dólares, según indicó la cadena de televisión Bloomberg.
El objetivo final es la producción de un gigawatt de energía para 2030, que es la fecha estimada de finalización de la iniciativa. AFP indica que esperan que para ese momento, el costo de la energía generada en el espacio pueda llegar a ocho yenes por watt (menos de un dólar) para las personas, con el fin de que la energía sea competitiva con otras fuentes.
Según la mencionada agencia, Japón lleva estudiando este tema desde 1998 con más de 130 investigadores trabajando en distintos grupos, aunque las primeras ideas de estaciones solares en el espacio nacieron a fines de los años '60. La coordinación del proyecto está en manos de la Agencia Espacial Japonesa (JAXA).