Una vez un hombre llama a una casa y coge el teléfono el sereno (el guardián) y el hombre le pregunta:
¿Y mi esposa?
Y el sereno responde:
En su cuarto.
Luego el hombre dice:
¿Con quién?
Con un hombre, le responde el sereno.
¡Diantre! ¡Mátela! Dice el hombre.
No, no, yo no puedo hacer eso.
Claro que sí, yo le doy esa orden, dice el hombre.
Esta bien, esta bien, y mata a la mujer.
Ya la maté, dice el sereno.
Y el hombre le responde;
Ahora sáquela de ahí y métala a la piscina.
Pero señor, aquí no hay piscina dice el sereno.
¿Este no es el teléfono 232-5492?
No, dice el sereno.
Ah pues, ¡Perdóneme!